13.8.07

Andarás en tren, relato de un lector

Roberto Nicolás Parrottino es estudiante de periodismo paso por el blog y me envió esto por mail. Según Roberto le dieron ganas de agarrar el bolígrafo y empezar a escribir y narrar desde el mismo lugar de los hechos, el Ferrocarril Sarmiento. Gracias Nicolas, aquí su relato.

Cada vez que marcha un tren, la esperanza de uno de los tantos niños que circunvalan la Estación de Once de Septiembre va junto a el. Acaecidos y refugiados en el subterráneo mundo de la estación de subtes lindante, los indigentes descansan sobre los pasillos fríos de pasantes.

Los rostros de sus usuarios, sea tren o subte, sobre todo en el primero, denotan cansancio, fastidio por la manera "vacuna" con la que se trasladan a sus hogares. Algunos, mitigando esa ansiosa llegada hablan por celulares, este objeto diseminado en cada mano.

No hay discriminaciones de sentimientos, eso lo ponen los chicos, con esa inocultable felicidad que les brota.

De estación en estación, las personas van entrando a este micro mundo real. Las instalaciones ferroviarias hacen refrescar épocas de antaño. En ese momento, la aparición del adolescente se topa con mi vista; su pedido es 0.10 centavos, es para darle de comer a sus hermanos menores. No tendría que caber en el terreno hipotético esta chance a esta altura de la "evolución" humana.

Al borde de la máquina continua el paisaje porteño, las presidiarias aceras y las pintadas del club barrial, por que de esto se conforma Buenos Aires, los barrios ilustran el paisaje. En contraste, los espectáculos globalizadores se ofrecen en las pancartas publicitarias callejeras, y nunca culminan, mientras los ojos entran en mareo.

Los tortolitos florecen cada par de asientos, e incluso se acoplan al ida y vuelta de los vendedores del tren, propios de un jugador de básquetbol. El sueño comienza a apoderarse los usuarios.

La estación Haedo presenta unos pintorescos techos con un borde continuo en forma triangular, además de tener en su rica historia un hecho importante, como lo fue aquel incendio con repercusión nacional en 2005.

El paraje consecuente es la estación Morón, donde el flujo de gente es grande, quizás el más amplio después de Once.

La madre resiente con su bebé en brazos sube, y pululará por que le sedan un asiento con el fin de matizar el viaje.

Cuando quiero acordarme el fin de mi raid se acerca, sin embargo todo esto continúa. Me bajo del tren, arranca y sigue, todo continúa, no solo la marcha del tren.

Roberto Nicolás Parrottino

Colega del tren Sarmiento

Intentando describir un poco el viaje diario de Castelar a Once escribí esto. Estudio en Capital periodismo y me dieron ganas de agarrar el bolígrafo y empezar a narrar desde el mismísimo lugar de los hechos, el Sarmiento.

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